¿Hasta dónde nos animamos a llegar?

Han matado a un compañero. Un militante del PO que está más cerca nuestro que esos gordos que medran con el trabajo precario y se dicen representantes de los trabajadores. Un militante que se movilizó por defender los derechos de compañeros que tendrían que ser defendidos por nuestros compañeros gremialistas.

Que esta lamentable muerte, sirva, como otras muertes bisagra en otros temas (caso Carrasco, María Soledad, etc), para profundizar el modelo allí donde todavía no llegó: la tercerización, el trabajo precarizado, el empleo en negro, el sindicalismo empresario explotador de trabajadores, las relaciones de algunos funcionarios con personajes que no merecen llamarse peronistas (así como tampoco esos funcionarios), la democracia sindical que sólo se vive en algunos gremios; en fin, derribar los últimos mojones del modelo neoliberal que nos pudrió la mente a todos los argentinos.

Sólo así nos sentiremos completamente orgullosos del proceso de transformación que estamos llevando adelante.

Banco a muerte a este gobierno, creo que es el mejor que viví y viviré, pero hay cosas grosas, pesadas, donde aún la mano reparadora del Estado no llegó, y de que llegue dependerá que el cambio no sea sólo coyuntural, sino estructural.


Todas las muertes son terribles, innecesarias, dolorosas. Pero que ésta, además de lograr justicia y castigo, sirva para abrirle los ojos a quienes tienen el poder de seguir transformando la realidad a favor del pueblo.

Caiga quien caiga.